El Catecismo de la Doctrina Cristiana escrito por el sacerdote jesuita, P. Jerónimo Ripalda, es una obra que trasciende el tiempo y las fronteras, una joya de la tradición católica que ha dejado una huella indeleble en la historia de la evangelización.

En el siglo XVI, cuando los misioneros católicos se aventuraron en las vastas extensiones de América y las islas del Pacífico, llevaron consigo este catecismo como una herramienta esencial para transmitir las enseñanzas de Cristo a las poblaciones indígenas, con él enseñaban doctrina cristiana, español, civismo y lectura. Su lenguaje claro y su estructura didáctica lo convirtieron en un aliado inigualable para los misioneros católicos.

El Catecismo de Ripalda sirvió como puente entre culturas, uniendo a personas de diferentes orígenes en la comprensión y la práctica de la fe católica. En México, se tradujo entre otros al náhuatl, otomí, tarasco, zapoteca y maya.

A pesar de los siglos transcurridos desde entonces, la doctrina que este catecismo presenta sigue siendo la misma. Las verdades fundamentales de la fe católica, desde la creencia en la Trinidad hasta los sacramentos y la moralidad cristiana, se mantienen inalterables en su esencia. La fe que se transmitió a través de las páginas de este catecismo perdura como un faro de luz espiritual en un mundo en constante cambio.