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Descripción
Pocas mujeres del siglo XX fueron más poderosas y ejercieron más influencia que Josephine Lehnert (1894-1983). Nadie en veinte siglos ha tenido más poder e influencia en el Vaticano que ella.
Cuando Josephine Lehnert ingresó en el convento de la Santa Cruz de Menzinger (Suiza), recibió el nombre de Pascalina. En 1917, esta hermosa monja nacida en Baviera y dos de sus hermanas fueron enviadas a Múnich para organizar y dirigir la Nunciatura Apostólica. El nuevo representante de la Santa Sede en Baviera era Eugenio Pacelli, de 41 años, ya entonces un brillante eclesiástico y diplomático, eminentemente culto, nacido en Roma en 1876. Durante el resto de la carrera del ilustre prelado, la hermana Pascalina seguiría siendo su secretaria personal, su ama de llaves y su confidente más fiel. Cuando Pacelli fue llamado a Roma en 1929 para ser creado cardenal y posteriormente nombrado Secretario de Estado del Vaticano, pidió expresamente que se permitiera a Sor Pascalina seguir trabajando con él. Fue la primera mujer que residió en el Palacio Apostólico. El 2 de marzo de 1939, en la primera votación y por unanimidad (excepto uno), Eugenio Maria Giuseppe Giovanni Pacelli se convirtió en el doscientos sesenta y seisº Papa, el duodécimo en elegir el nombre de Pío. Pascalina permaneció al servicio de Pío XII, que para ella sería siempre y únicamente el “Santo Padre”, hasta la muerte del Pontífice el 9 de octubre de 1958. En el Vaticano se dirigían a ella como Madre Pascalina, pero prelados, cardenales y diversos arribistas de la corte papal, envidiosos de la confianza absoluta que Pío XII depositaba en ella, la apodaron La Popessa, o Virgo Potens.
En cierto modo, el tema de La Madrina se refiere a lo que la Madre Pascalina, en los últimos años de su larga vida, le contó al joven Charles Murr en el salón o en los jardines de la Casa Pastor Angelicus, cuando éste era seminarista, y luego joven sacerdote, en Roma en los años setenta. Esos encuentros y conversaciones tendrían una influencia fundamental en la formación espiritual de Murr, que elegiría a la anciana monja como madrina en su ordenación sacerdotal. Por otra parte, el tema del libro es el mismo Pío XII, sin duda una de las figuras más eminentes de la historia de la Iglesia, ya que los relatos de la Madre Pascalina se refieren a la vida del Pontífice, su pensamiento, su obra y su tiempo. En otro sentido, este es un libro sobre la caridad fraterna, es decir, sobre la amistad divina entre dos seres humanos. La Madrina trata de una de esas amistades, o más bien de dos: una entre Eugenio Pacelli (el Papa Pío XII) y Josefina Lehnert (la Madre Pascalina), la otra entre Josefina Lehnert y Charles Murr.
¿Qué puede unir a una monja anciana, nacida en el seno de una familia bávara, y a un joven, talentoso y esperanzado seminarista, nacido en 1950 en una familia de clase media de Minnesota? Dos personas que, en apariencia, no podrían ser más diferentes, comparten de hecho lo más importante que se puede imaginar, algo que tienen en común incluso con el Papa Pío XII: la idea católica de la buena vida. Es una idea universal. No hay judíos ni griegos, ni esclavos ni libres, ni hombres ni mujeres, porque todos somos uno en Jesucristo. Esta idea tiene el poder de unir en amistad divina dos seres humanos comunes y corrientes. El principal valor de La Madrina no está en los detalles de tal o cual acontecimiento de la vida de Pío XII, por fascinantes y esclarecedores que sean, sino en el ejemplo de cómo las amisatades divinas nacen, crecen y viven.
Contenido desplegable
Detalles del producto
- Editorial: P. Charles Theodore Murr (2022)
- Autor: P. Charles Theodore Murr
- Formato: Tapa blanda
- Páginas: 323
- ISBN: 979-8688118049
- Dimensiones: 6.14 x 9.21"
- Idioma: Español